El bochorno sucumbió al suave aroma de la tierra mojada
La ciudad de las prisas se vistió de gris repentinamente
Y las calles se llenaron de gotas grandiosas.
Paseaba ausente y me colmé de vida,
Me vino a la mente el invierno inundado de besos,
el color oliva de los campos y los paseos de lluvia.
El aire está viciado en esta ciudad pensé.
Caras deshumanizadas en los vagones,
Gente que pierde un tren y ven sus ojos vacíos
Perderse en los cristales, agitados por la electricidad.
Van con prisa, no degustan la calma, mueren deprisa.
Presos de la hora punta y las nominas.
Polución esquizofrénica, consumismo pesimista
Y sarcasmo e ironía en las conversaciones,
Movidos por la insatisfacción de una vida subterránea…
Tormenta de pensamientos desmoralizantes,
Crisis existenciales y tardes en un centro comercial
Para broncearse de luz sintética.
Gastar por gastar y satisfacer el tedioso sino.
Los abrazos se han partido, el sol reluce deslucido.
Las sonrisas gastadas de estrés infinito,
Ante el querer y no poder, y ya asimilado,
Tragan la solución más tóxica.
Sangran corazones tras las puertas cerradas.
La rutina aplasta y el silencio acompaña.
Viejos apartamentos de 50 metros cuadrados,
Maldicen a las hipotecas y a los jefes enojados.
Garabatean en las facturas poemas de lágrimas.
Corre el oscuro rímel por las mejillas. Opresivo.
Al irse a dormir nadie mira a las estrellas, sino las antenas.
Inventan pesadillas para comprimir los sueños.
Desfilan las horas y sus días y el cielo sigue fracturado.
Borrasca de corrientes desalentadoras.
Vivir para olvidar que siguen vivos:
Diagnostico demencia a esta sociedad.
No seré yo el que caiga en la red de cables y miradas ausentes
No seré yo el que se pierda en la multitud de los sinsabores,
No seré yo el que se hunda en la nube de humo; dañinos rayos de neón.
Seré feliz tomando una caña en cualquier terraza,
Escribiendo cualquier poema que hable de un mar luminoso
Me dejaré seducir por la vitalidad de tus ojos sureños
Y saciarme con tus ganas de vida, con tu olor a tierra mojada….