Dirección y guión: José Luis Guerín.
Países: España y Francia.
Año: 2007.
Duración: 90 min.
Género: Drama.
Interpretación: Pilar López de Ayala, Xavier Lafitte, Tanja Czichy, Laurence Cordier, Eric Dietrich, Charlotte Dupont.
Fotografía: Natasha Braier.
Montaje: Núria Esquerra.
Una película, como tantas otras, olvidada, ignorada, apartada de lo general, empequeñecida. Y esa es la sensación que produce al verla: algo pequeño, distinto, especial.
José Luis Guerín construye un film poético basado en miradas. Miradas de curiosidad, miradas cómplices, pero sobre todo, miradas de búsqueda. Una búsqueda silenciosa que se basa en movimientos de cámara horizontales, en la alternancia de planos cerrados y abiertos, en una increíble profundidad de campo que permite indagar en las conversaciones de todo aquel que se rinde ante el enfoque.
Las caras de las personas se vuelven protagonistas, y hacen partícipe al espectador, que tiene la posibilidad de imaginar las microhistorias que le ocurren a los visitantes del café.
La ausencia casi total de diálogos hace de ella una película introspectiva, que permite diferentes puntos de vista, que convergen en uno solo cuando dejan de aparecer caras para centrarse sólo en una. En ella. En el objetivo de la búsqueda del protagonista. Su laberíntico deseo se hace palpable en la lenta pero tensa persecución de Silvia, una finalidad luminosa, limpia, clara, como nos muestra su fotografía.
“En la ciudad de Silvia” es una metáfora de la búsqueda del amor definitivo, que comienza muy general para centrarse más tarde en una única persona, que parece, casi con seguridad, ser lo que buscas. El final nos da la solución de esta metáfora, una solución demasiado parecida a la vida real.
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